Bernal y el concepto de la traición OPINIÓNOPINIÓN

Bernal, junto al presidente de OSP y edil de Hacienda, Manuel Osorio, durante un Pleno en una imagen de archivo.

Bernal, junto al presidente de OSP y edil de Hacienda, Manuel Osorio, durante un Pleno en una imagen de archivo.

Cuando a un alcalde le anuncian una moción de censura con nocturnidad y alevosía, al más puro estilo de Jesús Gil y los suyos, como le ha ocurrido al socialista José Bernal, resulta sorprendente la extrema diplomacia con la que se ha dirigido hacia quienes son aún sus compañeros de gobierno, los concejales de OSP. Los mismos que dentro de unos días le dejarán sin la Alcaldía, para volver a los fríos bancos de la oposición.

Dice el regidor que  no se siente traicionado pero sí herido. Asombrosa afirmación que mueve a preguntarse qué le tendrían que hacer Manuel Osorio y Rafael Piña al todavía primer edil marbellí para sentir su traición. ¿Es que acaso pueden ir por separado los dos sentimientos expresados por el también secretario local del PSOE?

Durante su multitudinaria comparecencia de prensa, celebrada este sábado, que más parecía un mitin político por todos los afiliados y simpatizantes socialistas presentes que aplaudían, vociferaban e interrumpían las preguntas, Bernal ha llegado a considerar “como una familia” a Osorio, Piña y a Gema Midón, la asesora que no es concejal pero como si lo fuera. En política ya se sabe que no hay amigos y mucho menos familia, y si no que se lo digan a Susana Díaz, alguien que ha utilizado en numerosas ocasiones lo de “el partido es mi familia”.

Bernal peca de excesiva diplomacia y guante blanco, quizás porque aún se aferra a la remota posibilidad de que estos tipos de OSP, que han creado un partido personalista, de mesa camilla, caciquil y “sin ideología”, como presumen ellos mismos, puedan variar de opinión de aquí a que se vote la moción de censura.

Por mucho que el alcalde diga que no va firmar decretos de cese, ni retirar competencias para no dar un “espectáculo bochornoso” en pleno agosto, el espectáculo en sí será la celebración del pleno que devuelva la vara de mando a Ángeles Muñoz, la misma que expulsó de malas maneras y por la fuerza, con la ayuda inestimable de Kika Caracuel, a un Piña que fue sacado del mismo salón plenario a empellones y en volandas por la Policía Local, que recibía unas órdenes propias de regímenes dictatoriales.

El tacto de Bernal para con sus todavía socios contrasta con la beligerancia de Izquierda Unida, que acusa a Piña y Osorio de dejar entrar a “la mafia” en el Ayuntamiento.

A Opción Sampedreña se lo ha puesto muy fácil Podemos a la hora de romper el tripartito por la calle de enmedio, valga la expresión porque así se llama la arteria principal de San Pedro Alcántara, el núcleo de población marbellí donde nació y morirá políticamente OSP más pronto que tarde.

¿Puede merecer algún tipo de seriedad un partido que diez días después de decidir por votación que continúa gobernando con PSOE e IU actúa como una veleta y ahora decide irse con el PP?

¿Acaso Piña y Osorio no preveían, tras la decisión de su Consejo Consultivo de continuar con PSOE e IU, que habría nuevos pulsos de Podemos y amenazas de retirada de apoyos? Cualquiera que conozca un poco la realidad política de Marbella sabe que todo ello era previsible en los próximos dos años de Bernal como alcalde.

Así pues, por centrar las dos principales cuestiones que mueven a OSP a dar el giro de timón hacia el PP, por no aguantar más los “chantajes” de Podemos: la zona azul, algo que parece una anécdota, y el posible bloqueo de los presupuestos venideros hasta 2019. Si el Consejo Consultivo no tuvo en cuenta, a la hora de votar por la continuidad con el PSOE e IU, que podía haber presiones futuras de Podemos resulta inverosímil, por no decir increíble.

De sobra es conocido que Manuel Osorio, un hombre de corte conservador, más a la derecha que al centro, estaba deseando irse con el PP. Piña, por el contrario, parecía cómodo con la continuidad. Ellos dos ilustran a la perfección las dos sensibilidades ideológicas que cohabitan en OSP, un partido que después de esta última pirueta política no puede ser tomado en serio, más bien es un chiste, una caricatura de sí mismo, donde 31 personas desconocidas votan dos decisiones distintas en tan sólo diez días y tienen en vilo a 140.000 habitantes de un término municipal con derecho a saber quiénes son, pero no dan la cara. Son una especie de logia, no voy a añadir lo de “masónica”, porque los masones no se esconden.

Tras las palabras de Bernal en rueda de prensa sobre que el PP había “tocado, uno a uno” a los miembros del Consejo Consultivo de OSP, antes de las votaciones, al reunirse de forma individual con cada uno de los 31 integrantes, resulta inquietante tal comportamiento. No parece que fueran personas muy inaccesibles, ni desconocidas para los ‘populares’, aunque el alcalde tratara de explicarlo en la repregunta.

Para sus votaciones primero se reunieron en una asesoría fiscal y luego en un local comercial, muy próximo a la sede de Podemos en San Pedro, quizás para darle más morbo al asunto, quién sabe. Cabría preguntarse si a la tercera irá la vencida.

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